Y entonces fue que le dije: Vos podés manejar a tu madre, a
tu abuela, a tu hermana, a… Shimon (porque no sé qué es Shimon de Amadî ni qué
pariente sería de Amadî el segundo hijo de su hermano ¿Su sobrino?.. ¿Un
sobrino tres o cuatro años mayor que él?.. pongamos tres pero sobrino al fin).
Y agregué: a todos ellos quizás los puedas manejar pero a mí, NO (lo dije con
mayúsculas así que lo escribo con mayúsculas), sencillamente porque YO (también
dicho con mayúsculas y a fin de que quede aclarado y que se entienda) soy tu
PADRE (terceras mayúsculas de énfasis).
En cualquier sociedad humana, la autoridad del padre es una
autoridad indiscutible. (Invito al que disienta a que se aboque al estudio de
cuanta cultura hay en este planeta).
El padre. Una figura controversial y terrible. Una figura
territorial que se identifica en cualquier cultura por marcar los territorios
de su núcleo y enseñar a respetar la ley del clan (hablo de los buenos padres,
porque engendros, que los hay, haylos y muchos y podría hasta decir “cada vez
más”).
Entonces Amadî bajó los ojos y yo dije: Lo que estás
haciendo, está mal. Las cosas se consiguen con inteligencia, no con gritería,
no con llanto. Nunca con escenas, siempre con inteligencia. Si me hacés una
escena como la que le hiciste a tu madre, no solamente cago un sopapo (no
perder de vista que es una escena entre dos machos de la misma especie y para
los que no lo entiendan, explicaré lo siguiente, aterisco mediante:*), sino que
además, te vas a tu habitación a pensar y quiero las conclusiones por escrito. “Por escrito” ¿entendiste? Quiero que me expliques
detalladamente por qué vos pensás que tenés razón en tal y tal tema. La razón
se justifica. El capricho se teatraliza y por eso asusta. Pero una razón bien
justificada asusta más que cualquier capricho. Quiero “tus razones”, no tus
gritos ni tus pataleos ni tus lágrimas ni tus escenas. Tus razones. Dame
razones porque yo ESCUCHO RAZONES
(también todo en mayúsculas).
Amadî escribió una serie de razones que me hicieron llorar
porque eran mis mismas razones a su edad.
La diferencia entre él y yo es que yo no tuve una familia
que sacara la cara por mí ni aún teniendo yo razón. Yo aprendí a defenderme
solo y ahora estoy en la disyuntiva de si tengo que defenderlo como un padre
occidental, matar por él que es lo que realmente siento que debo hacer o debo escuchar
la voz de Kioni cuando me decía: Tiene que hacerse fuerte porque no solamente
es un hombre. Es un hombre negro y además, africano. Por fuerza debe hacerse
fuerte en el rigor, aunque ese rigor sea injusticia.
Creo que yo también tengo que encerrarme a escribir una
lista de razones, porque se me ha quemado la pedagogía y el corazón entiende
poco y nada de sentido común, así que peligrosamente me inclino a matar por mi
hijo.
*Cuando se observa a los leones machos, por ejemplo, se los
ve jugar con sus cachorros. Los cachorros, como buenos cachorros, muchas veces
se ponen muy pero muy pesados ¿Qué hace el padre? Los muerde. Los muerde
suavemente, porque si los mordiera de verdad, los partiría en dos. Los aprieta con
la boca, como un “hasta acá la cosa”.
La Naturaleza es así, funciona con esas leyes. Y a mí no me
vengan con la civilización y toda la huevada, porque si el hombre se rigiera
por lo que predica, no habría niños muriendo de hambre, no habría niños
durmiendo en las calles, no habría niños esclavos, niños vendidos para tráfico
sexual, niños soldado y todo lo demás. El hombre no protege a sus crías. De
ahí, esta humanidad.