"La culpa me dejó entre los dientes la sensación
del miedo", piensa ese León, cansado, casi tumefacto como
un golpe en un músculo que continúa golpeándose contra objetos varios, casi con
la forma de un apéndice demasiado amorfo como para aprender a caminar con él a
través de los encierros que la vida propone.
"Por más controlado que sea uno, el dolor
exaspera", piensa también e intenta ese control al que su
pensamiento alude. Se aboca a él como se aboca un yogui a dominar esos aspectos
flacos que humanizan demasiado la deprimente humanidad del hombre.
Cuando pensó en la culpa, en realidad pensaba
en su hermano muerto y en su primera exclamación: ¿cómo no me di cuenta de que
no tomaba los remedios?¿a dónde mierda estaba mirando yo que no vi eso?
De vez en vez lo ataca aquella sensación. Es
como un dejâ vù que le cabe a tantísimas cosas. Entre esas cosas, a la vieja
ceguera de una Justicia que durante tiempo no miró aquello que ahora ve, repentinamente,
todo junto.
James lo mira sufrir. Mastica y mira.
—Vos no estás bien, cuervito. —murmura, compañerosamente
paternal— ¿No te hubiera convenido quedarte “allá” hasta que estuvieras más
entero?
Habla amistosamente solidario con el dolor del
otro que si bien no verbaliza sus inconvenientes, los revela en los gestos
entorpecidos y en cierto modo espásticos.
El bodegón en el que están es un lugar
recóndito, olvidado de la buena fortuna, con un olor a comida que navega
prendiéndose de las luces grasientas y neblinosas. La humedad es un tufo que
llega desde el río lo mismo que una mano que captura certeramente a un ave
empantanada.
Llueve en todas las cosas.
—Siempre fui un tipo leal. Por eso duré tanto
en el laburo. —dice James, mientras se lleva el bocado a los labios— Siempre
fui leal a lo que se pedía de mí, sin importar quién estuviera arriba. Y mirá
que sé cosas, cuervito lindo.. ¡Mirá si sabré cosas!.. Un poquito de todos, sé.
Y siempre trabajé de cayetano, haciendo lo que me pedían que hiciera porque eso
es lo que uno tiene que hacer: lo que te dicen que tenés que hacer. Para eso
estamos. No estamos para pensar. Estamos para hacer lo que te piden que hagas,
porque ese es tu deber. Hacer. Sin pensar. Solamente hacer.
James mastica. Empuja el bocado con un trozo de
pan. Bebe un sorbo de agua. Todo lo que hace parece maquinal, como invadido por
esa costumbre de hacer sin pensar, de la que habla.
—Pero un día empezás a ver cosas… —agrega,
luego de tragar bocado, pan y agua— Bah… siempre ves cosas ¿o no? Ves cosas,
oís cosas, sabés cosas. Siempre la mierda te llega a la nariz y a los oídos. Es
parte del trabajo eso de saber bucear en mierda ¿o no? Sin ahogarte, digo,
cuervito lindo…Bucear sin ahogarse uno en el amasijo de mierda en que se mueve.
—¿Y qué te pasó? ¿Se te jodió el regulador de
oxígeno? —pregunta Aryiasz.
—Vos aguantaste mucha menos mierda que yo
cuando trabajaste para los tipos. —se escuda James— Y cuando viste cosas y
quisiste hacer algo ¿qué pasó? Primero te plantaste ¿y?.. Después tuviste que
agarrar tu culo y salir a los pedos porque eras boleta, que, como nunca hay dos
sin tres, la tercera es la vencida y ahí sí que te la iban a dar ya que te
salvaste raspando de las dos anteriores. Mirá Diz. Pensó que haciendo público
que lo iban a matar se cubría y se curaba en salud. Otro idiota que no entendió
que jugábamos sin reglas. Y eso que se lo dije… “Estamos sin red, Norberto” ¿Y
qué hizo? Fue el pelotudo y saltó igual… Vos fuiste más precavido que él, si
vamos al caso. Te la viste fulera y aplicaste el dicho. Él no. Y ahí lo tenés,
muerto y sin justicia. Y yo, una mierda de tipo, el más siniestro del mundo,
cuando lo único que hice toda mi puta vida es cumplir con mi deber. Un poco más
y tengo la culpa de todos los males de este país de mierda.
Las últimas frases suenan amargas y quebradas.
Hay una voz de no superación de lo injusto detrás de la voz de James.
—Antes era una profesión romántica. —dice, todavía,
mientras se limpia los labios con la servilleta de tela blanca en la que queda
un raspón rojizo de salsa de tomate—Y eso que yo no soy romántico. Vos sí.
(Del trabajo de a-gente y otras historias urbanas)