Espero que seas consciente de que me jodiste la vida, si por ahí, como dicen los que creen, desde algún lado me estás mirando.
Febrero es nuestra cita corrosiva
nuestra gestión del mal, aquí, en mi adentro,
este sin digerir el desencuentro
con la sombra de Dios coercitiva.
Febrero se me amolda en la deriva
a esta mala tristeza. Su epicentro
acumula un dolor que reconcentro
sobre la piel del alma repulsiva.
No asumo qué pasó. No me acostumbro
a desarmar este jirón de barro
con el que en tu penumbra me apenumbro.
Se entumece mi voz y se derruye
como la arcilla rota de un cacharro
frente al riacho de un dolor que fluye.
Sin entenderte aún, sin entenderte
porque es mía, me muero de tu muerte.