Las etapas transcurren con la ferocidad de los orígenes
y ya no somos esos muchachos escasos de ternura
esos muchachos simples
que se amaron despacio entre espadañas
como la luz renace de la sombra
corazón hacia adentro.
Un buen día se dio que no había paz abierta
donde montar la vida igual que una ciudad.
Había un sol inhóspito en el ansia
de equilibrar de nuevo los trigales
fronteras hacia adentro
y se iban quemando las abejas encima del camino.
Todo se hizo sinuoso y carcelario
igual que un laberinto en una noche cálida
sin agua que beber.
Sobrevivimos según nuestra costumbre,
antiguos y tribales,
guerrilleros amargos
que guardan su bandera contra el pecho.
Nos hemos vuelto nuestra propia patria
sin aquellas ciudades del principio
edificando grutas en un mapa arraigado
por todos los destiempos.
Vivimos en la síncopa
de este último canto.
esos muchachos simples
que se amaron despacio entre espadañas
como la luz renace de la sombra
corazón hacia adentro.
Un buen día se dio que no había paz abierta
donde montar la vida igual que una ciudad.
Había un sol inhóspito en el ansia
de equilibrar de nuevo los trigales
fronteras hacia adentro
y se iban quemando las abejas encima del camino.
Todo se hizo sinuoso y carcelario
igual que un laberinto en una noche cálida
sin agua que beber.
Sobrevivimos según nuestra costumbre,
antiguos y tribales,
guerrilleros amargos
que guardan su bandera contra el pecho.
Nos hemos vuelto nuestra propia patria
sin aquellas ciudades del principio
edificando grutas en un mapa arraigado
por todos los destiempos.
Vivimos en la síncopa
de este último canto.